miércoles, 3 de abril de 2013

Un Juego Macabro Americano

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Como les contaba el otro día, el terror es una de las modas más destacadas dentro del género de lo fantástico en las series de televisión, el cine y la literatura. Antes hablábamos de zombies, un género muy extenso que merece más de un post y que retomaremos en un futuro no lejano. En esta ocasión sin embargo analizaremos la serie que ha causado furor entre el público, no sólo de Estados Unidos, sino en todo el mundo: Una Historia de Terror Americana (American Horror Story). Esta nueva propuesta que nos presenta Ryan Murphy -responsable de traernos las bien conocidas Nip/Tuck y Glee-, llega para jugar con nuestros miedos más profundos, regarlos con dudas y posibilidades, y estremecernos hasta los huesos para deleite o disgusto de algunos. Si bien es cierto que rompe completamente con el estereotipo tradicional de los rasgos que definen a las almas en pena en la cultura popular, quizá debemos adoptar a estos fantasmas más bien como un macabro juego mental dónde una casa embrujada es el siniestro escenario en el que se desarrolla la historia de la primera temporada. 

Pese a que la temática puede llegar aparecer exagerada, un tanto morbosa y sanguinaria, logra su propósito: aterrarnos, sacarnos de balance y hacernos sentir identificados con algunos de los pensamientos o problemáticas de los personajes. Incluso nos remarca la forma en que cada ser humano ve las cosas, las personas, las situaciones, desde puntos de vista diferentes y cómo muchas veces la falta de comunicación nos mete en situaciones que pueden rayar en lo absurdo. Por ejemplo en el primer capítulo se nos cuenta como la familia Harmon se muda a un nuevo hogar con esperanzas de rehacer su vida. Ben (Dylan McDermott) es un psicólogo que tiene problemas maritales con su mujer Vivien (Connie Britton), debido a la tentación en la que cayo con una de sus jovenes estudiantes. Esto aunado al hecho de que perdieran a un bebé recientemente, hace que la pareja esta al borde de la ruptura y en cierto modo dejen fuera a su única hija Violet (Taissa Forgmia). La nueva casa llega con promesas de una reconciliación y un mejor futuro para la familia, si bien resulta algo extraño que accedan a vivir en un lugar en el que ha habido asesinatos previos. Curiosamente junto con su nuevo hogar también llega Moira O'Hara: el ama de llaves que se presenta como una mujer de avanzada edad, fiel a su trabajo en la misma casa desde hace varios años, incluso conoció a los dueños anteriores, según sus propias palabras... o eso es lo que ve Vivien, por que para los ojos de su esposo Ben resulta ser una joven atractiva con un uniforme más bien provocador y cuya figura e incinuaciones le hacen querer caer de nuevo en tentación. Por otro lado Vivien revivirá su pesadilla más reciente en carne y hueso aunque al principio todo parezca mejorar para ella. Y su hija, Violet, parecerá mantenerse al margen de lo que ocurre en su hogar y no tener miedo a nada, pero la casa encontrará la manera de arrastrarla junto con su familia y hacerle recordar los temores que creía dominados.

Así es como se nos sirve este cóctel de suspenso, terror psicológico y drama, que nos hará querer mirar hacia otro lado pero nos mantendrá al borde del asiento en todo momento. Es una inteligente manera de hacernos conscientes de nuestros propios miedos a través del terror ajeno y de dejarnos ver como, evadir su existencia puede, sin querer, hacernos traer a la vida real los lugares más oscuros de nuestra mente, coloreando el mundo con un halo fantásmagorico enriquecido y retorcido por nuestro pasado.

 Entonces después de ver unos cuantos capítulos la pregunta que ronda por nuestra mente es ¿que fantasmas nos acecharían en la casa encantada si fuerámos los protagonistas de este thriller? O mejor aún ¿cuál es la Palabra Secreta que se esconde bajo nuestra cama como el monstruo de una inocencia olvidada?

*Los personajes aludidos y el nombre de la serie mencionada, 
son propiedad de su autor
y este blog no reclama ningún derecho sobre ellos.

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